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Las artes escénicas son un reflejo de la sociedad y de su jerarquía.

Como ocurre en muchos otros sectores transversales a lo que pasa en nuestro día a día, hasta hace no mucho, los puestos de dirección, guion y producción de la cultura visual estaban ocupados en su gran mayoría por hombres. “Solo hombres en los puestos técnicos supone escuchar y ver historias contadas siempre desde el prisma masculino”, cuenta Remedios Malvaréz.

Según la cineasta, guionista y directora onubense -abogada de formación y fotógrafa de profesión- contar historias desde la perspectiva de sólo un 50% de la sociedad es mostrar únicamente una parte de la realidad: “Las mujeres cumplían unos parámetros: jóvenes, monas y estupendas. Actrices a partir de los cuarenta ya no aparecían en las pantallas”.

¿El peligro de ver a la mujer siempre con un mismo rol -objeto de deseo, rival con otras mujeres y personaje que gira en torno a uno masculino- y función? Estamos transmitiendo una imagen irreal de la sociedad en la que queremos convertirnos.

Aunque en gran parte hemos logrado dejar atrás el papel de la mujer relegado al del hombre en la ficción y en la producción audiovisual, lo cierto es que solo 37% de las profesionales que se dedicaban al sector cinematográfico de películas eran mujeres en 2022 (según CIMA), convirtiéndose en un sector aún «masculinizado».

undefined¿Cómo empiezas a interesarte por el cine? 

Yo, por desgracia, no he tenido ninguna formación académica en cine. En mi época no era posible o económicamente viable hacer cine. Estudié lo que estaba a mi alcance que era la carrera de Derecho aunque siempre me interesó la imagen.

Me he dedicado a la fotografía y de hecho sigo siendo fotógrafa. En un momento concreto de mi vida, con los medios digitales vi que mis fotos se podían moverpodían hablar y podían contar historias más allá de la imagen fija. En 2014 hice un corto que tuvo una gran acogida y en 2016 montamos la productora e hicimos el primer largometraje: «Alalá».

Desde ahí en adelante me he dedicado al cine, concretamente al cine documental y a la producción audiovisual. Me encanta contar historias que importan, aunque yo me considero una aprendiz en todo esto. Lo que más me gusta y me divierte es aprender cosas nuevas.

¿En qué momento empiezas a poder vivir de esta industria?

Yo ya vivía de la fotografía y empecé a ampliar mi registro profesional, empecé a probar.

Vivir del cine en España no es fácil, en Andalucía es quizás hasta más complicado. He podido realizar toda esa primera fase en la que inviertes tiempo y dinero a cambio de nada porque trabajaba como fotógrafa. Ahora mismo, el 90% de mis ingresos son de la producción audiovisual y no solamente del cine, En la Productora hacemos campañas, spot, videoclips y todo lo relacionado con la comunicación audiovisual.

Creo que cuando te dedicas a esto en lo último en lo que piensas es en el horizonte económico porque no es fácil al principio y hay que hacer una inversión de tiempo, de rodaje de conocimiento y de formación, que no hay otra forma de hacerlo si no es trabajando. Indudablemente, hay que pensar en el dinero porque todas las profesiones tienen que estar bien remuneradas, pero aquí hay mucho más de personal en ese sentido.

Yo me empecé a dedicar a esto profesionalmente con 40 años, no he podido dedicarme antes. Me encantaría tener dos vidas para hacer más pelis pero no sé si me dará tiempo.

¿Recuerdas tener referentes de mujeres directoras o guionistas?

Esta es una profesión transversal a la sociedad como muchas otras. Lo que ocurre en nuestro entorno se refleja en este sector y se trata de una industria que sigue estando, en su mayoría, dirigida por hombres. Ha sido muy difícil tener mujeres referentes.

Afortunadamente y gracias a las cuotas, que no es una cosa que a mí personalmente me guste pero sí que considero necesaria hasta que se establezca esa paridad real, hoy día hay una representación en puestos más allá de los que tipificamos para las mujeres dentro de la industria. Antes, las mujeres solo se dedicaban al arte, a maquillaje, peluquería o actrices. Los cargos técnicos eran el 90% de hombres.

Es un ejemplo más de cómo funciona o evoluciona la sociedad. En el caso de las grandes empresas son muy pocas las que están dirigidas por mujeres aunque cada vez mas afortunadamente.

A mí no me gustaría que me eligieran por ser mujer; a mí me gustaría que me eligieran por mi trabajo, pero sí considero que en este momento todavía las cuotas son necesarias para poder simplemente demostrar tu talento. 

¿Cuáles han sido las limitaciones de las mujeres en el cine y en la producción audiovisual? 

Cuando las historias siempre las cuentan hombres, las cuentan desde una perspectiva absolutamente masculina. Cuando las historias siempre las dirigen hombres, las dirigen desde una perspectiva absolutamente masculina.

Creo que ese relato de la sociedad que se hace desde el cine ha estado sexualizado durante muchísimos años y no se ha hecho desde una perspectiva real. La mujer estaba presentada como la veían los hombres, las historias estaban contadas solo desde un punto de vista, no son reales esas historias que no contemplan el otro 50% de las miradas.

Las mujeres cumplían unos roles: jóvenes, monas y estupendas. Actrices a partir de los cuarenta ya no eran como podía ser la chica de veinte. Eso tiene un peligro importante: estamos transmitiendo una imagen irreal de la sociedad, estamos transmitiendo unos valores que no son acordes con lo que la sociedad es o debe ser.

Es necesario contar historias de hombres o mujeres pero también desde el punto de vista de una mujer, porque el relato es diferente. Esa sexualización a la que siempre ha estado sometida la mujer en el cine era una de las barreras a romper y, poco a poco, se está logrando.

Es importante incluir mujeres con todo tipo de perfiles y de todas las edades. ¿Hasta qué punto es fundamental que la mujer se vea representada en el cine, en nuestra cultura audiovisual?

Hasta ahora estaba contado por el punto de vista masculino en el 90% de los casos.

Eso suponía darle a la mujer papeles y personajes estereotipados y sexualizados. Además, el edadismo ha sido un grave problema para las actrices. Se buscaba una edad muy concreta que no era real. Había madres en el cine que tenían la misma edad que las hijas entre otras muchas cosas absolutamente irreconocibles.

El cine tiene un poder transformador. Ayuda a visibilizar lo que ocurre y esa realidad tiene que ser completa.

¿Qué dirías que caracteriza tu cine?

Yo hago cine documental porque es una manera de comunicar que me gusta y en la que me encuentro muy cómoda. Siempre digo que hay documentales que informan y otros que transforman. Hago cine para contar historias que importan o que creo que son necesarias de visibilizar.

En el cine documental, a pesar de que tú muestras una realidad de unos personajes y una historia, yo influyo mucho como creadora en todo lo que cuento. Intento aportar mirada y contar historias que tienen que saberse y siempre les doy una visión personal. Sea el tema música, flamenco, memoria, o sea mujer los valores que a mí me parecen que son importantes de mostrar los muestro, siempre hay un hueco para poder contar con ese tipo de cosas que considero fundamentales.

El cine documental es una categoría menos comercial, ¿consideras que tiene buena acogida? (por ejemplo, el documental Pico Reja)

Cuando haces una obra como Pico Reja no tienes en el horizonte ese público en sí sino más bien la necesidad de contar.

No es un cine comercial y de hecho es muy difícil hacer cine documental porque no es el cine de entretenimiento y familiar ,precisamente eso es lo que busca el documental, contar esas historias desconocidas que no vas a encontrar en otro lugar.

No hago esas películas pensando en si va a gustar, si va a tener premios, o si se van a llenar las salas. Mi visión comercial es un poco más emocional en ese sentido: intento narrar eso que a mí me parece necesario como persona, madre y mujer.

No he contado historias fáciles y la acogida del público ha sido buena. En el caso de Pico Reja, es un tema desconocido para mucha gente que no sabía lo que iba a ver se ha sorprendido.

Creo que además desde el cine tenemos esa responsabilidad de educar. Ese compromiso con uno mismo, con nuestras ideas y esa necesidad de contar va paralela al compromiso que tenemos con la realidad. A mí me parecía absolutamente necesario contar la historia de la mayor fosa común del franquismo que estaba a dos pasos de mi casa, y que ni yo, que vivía al lado, conocía.

El cine documental tiene un poco de esa parcela de libertad, de poder contar de otra forma. Tiene mucho de autor, tiene mucho de altruismo en ese sentido. No te diré que sea totalmente altruista, porque cuando tienes una productora tienes que dar números, pero no tiene los mismos registros ni los mismos márgenes comerciales que puede tener cualquier tipo de cine y eso también te transmite esa libertad de poder hacer las cosas un poco a tu manera.

¿Futuros proyectos? 

Ahora mismo estoy inmersa en un proyecto que se empieza a rodar en Huelva y que se llama Fandango. Es un viaje musical y personal por el fandango y es una visión muy personal de la mano de los principales artistas flamencos que tenemos, por la provincia de Huelva, por la gente y por la tierra.

Una de mis pasiones es el flamenco. Creo que es una manera de contar y lo utilizo mucho en el cine que hago, no solamente como espectáculo sino también como una herramienta de comunicación cultural. En su momento, hice la película Alalá sobre una escuela de flamenco en las 3.000 viviendas. Ahora quiero contar fandango, quiero pasearme por Huelva y por su gente contando el valor de un palo del flamenco tan importante como es el fandango, tan mal tratado y tan poco valorado en muchos aspectos siendo la madre de muchos de los cantes.

Cuento con Argentina, Rocío Márquez, Arcángel, Sandra Carrasco, con Jeromo Segura, Rafael Estévez, entre otros. Recuperamos a Perlita de Huelva que también sale. Tengo un elenco que ya quisiera cualquier festival flamenco y todos participan en esta película.

Me dedico a la comunicación audiovisual desde hace más de 20 años y siempre trato la perspectiva de la mujer. El tema mujer siempre lo he trabajado. Es compromiso. En el caso de Fandango, contamos que en Huelva nació la primera peña de flamenco femenina de España porque todavía en el año 1983 las mujeres todavía no podían ir a la peña flamenca. Solo podían ir para limpiar o para cantar. Vuelve a ser un reflejo de la sociedad: el flamenco lo cantaban las mujeres para los hombres. En la película, dos generaciones lo cuentan, desde Perlita hasta Argentina. 

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