Hace 75 años, un hombre aparecía muerto en la playa de la Bota y su cuerpo cambiaba el curso de la Segunda Guerra Mundial. Tras aquella ‘Operación carne picada’, sus restos reposan desde entonces en el cementerio de la Soledad de Huelva, donde tuvo siempre sus propios guardianes. Durante estos 75 años nunca le faltaron flores. Primero fue su padre y en su ausencia, Isabel se encargó de seguir con esta costumbre. Tradición familiar que ya tiene nueva heredera y futuros continuadores de la saga. Aquel suceso sirvió para dejar constancia de la importancia de nuestras costas, una vez más, para el desarrollo de la historia universal.
Hoy, como desde entonces, ha vuelto a recibir flores frescas aquel hombre, llamado William Martin. Esas manos, hoy ya atravesadas por el desgaste del tiempo, podían haber sido las de su padre o ahora ya las de su hija o nieta. Una leyenda romántica que Huelva y la familia Naylor guardan como emblema de una historia maravillosa que nos hizo vivir lo que hoy somos.