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La Aldea del Rocío ha vuelto a vibrar este sábado con una de las llegadas más esperadas y multitudinarias de la romería: la entrada de la Hermandad de Huelva. Minutos antes del mediodía, cuando el sol comenzaba a caer con fuerza sobre la marisma, una nube de polvo y palmas alzadas anunciaba la inconfundible silueta del simpecado onubense avanzando entre vítores, sevillanas y lágrimas de emoción.

Miles de peregrinos, muchos de ellos descalzos y con el rostro marcado por el cansancio del camino, se agolparon en torno al Paseo Marismeño para recibir a su Hermandad. Desde el tamborilero que abría el cortejo hasta el carro de bueyes que portaba el simpecado, todo avanzaba al ritmo pausado pero solemne que caracteriza a esta corporación, la más numerosa de las que peregrinan hacia la Blanca Paloma.

La llegada estuvo acompañada por el rezo del Ángelus, que se elevó entre cantes por sevillanas y repiques de campanas. Las mujeres, muchas vestidas de flamenca, entonaron salves mientras los hombres alzaban a hombros el simpecado durante los últimos metros hasta la casa hermandad, donde se vivieron escenas de intensa devoción.

Los romeros, que iniciaron su camino el pasado miércoles desde la capital onubense, han recorrido más de 50 kilómetros entre arenas, pinares y cruces de vado. El paso por el Quema y la presentación en Villamanrique volvieron a ser momentos clave en una travesía marcada por la convivencia, la fe y la tradición.

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