El denominado, “Bosque Hospital” de Hinojos, puesto en marcha por la Asociación “El Burrito Feliz” en un hermoso paraje de Doñana, representa una iniciativa que nació en los meses de la pandemia. En esas fechas inolvidables, de sufrimiento y dolor, estos burritos de terapia se hicieron famosos internacionalmente ofreciendo un proyecto de bienestar y recuperación emocional a médicos, enfermeros o auxiliares sanitarios, agotados por la pandemia.
A pesar del recocido éxito de esta iniciativa, son los voluntarios que componen la Asociación los que sostienen con sus propias aportaciones económicas este proyecto debido a que no cuentan con ningún apoyo institucional. Una situación que no parece desanimarles en absoluto.
El pasado viernes fue soleado, y llegaron a las instalaciones un grupo de escolares del CEIP “Marismas de Hinojos”. Son alumnos que, acompañados de sus monitores, necesitan atención especial en las terapias.
Alguno muestra mucho recelo y llora solicitando, con visible nerviosismo, volver a su casa. Pero lo que al principio presagia una jornada de tensión, en algunos pequeños, se trasforma de inmediato en un sorprendente cambio de carácter cuando aparece en escena un pequeño duende de grandes orejas: el burrito “Benemérito”.
“Benemérito” nació hace menos de un mes y ya está incorporado a la unidad de apoyo terapéutico. Su carácter dulce y amoroso convierte la actividad en un auténtico remanso de paz, donde los pequeños participantes se involucran con este, y otros burritos del equipo, a los diferentes talleres que durante dos horas llevaran a cabo en la naturaleza.
El nombre de “Benemérito” no ha sido escogido al azar. Cristina Mariño, coordinadora de proyectos de «El Burrito Feliz», informa que quisieron que este burrito simbolizara un humilde homenaje a David y Miguel Ángel, los dos miembros de la Guardia Civil fallecidos en acto de servicio en Barbate.
Según Cristina, el burrito “Benemérito” dedicará su existencia a la tarea de auxiliar a personas que necesitan apoyo, y esta dedicación coincide con lo que representa el sacrificio de estos dos agentes del orden: darlo todo, prácticamente sin medios, ayudando a la sociedad y a las personas que la componen.
Personas como una pequeña niña africana sordociega que acudió, hace meses desde Jerez, con un colectivo de terapeutas a disfrutar de las ventajas, y milagros, de la asnoterapia en Doñana. Su enorme sonrisa al abrazar, por primera vez a un burrito, y la sensación de felicidad que se dibujó en su rostro infantil acabó emocionando a todos los allí presentes. Y es que estos burritos consiguen crear situaciones que mejoran el alma de pacientes y, también, de los propios terapeutas que les acompañan.
La terapia con burros en el “Bosque Hospital” incluye dar paseos acompañados de los burritos, talleres de alimentación donde los asistentes confeccionan los menús de los animales. También se realiza un cepillado de los asnos y, finalmente, se procede a un taller de abrazoterapia a los pequeños rucios.
Tras dos horas de intensa actividad, ha llegado el fin de la jornada para los pequeños hinojeros que retornan a sus hogares, excitados y deseando contar su experiencia con los asnos de Doñana. Especialmente el haber conocido a un pequeño asno de nombre “Benemérito”. El pequeño burrito que, desde su esfuerzo, intenta atesorar el espíritu de dos miembros de la Guardia Civil caídos en acto de servicio.