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Tras un paréntesis del tres años, y uno más de espera, Nuestro Padre Jesús de las Penas, volvió a recorrer las calles de Huelva. Tuvo que llegar el 2 de julio para poder disfrutar de esas imágenes que debimos ver tanto en la cuaresma de 2020, como el pasado Lunes Santo.

75 años de un cambio de sede que se grabó a fuego como un punto de inflexión que convirtió a la hermandad en lo que es a día de hoy.

A las siete en punto se abrieron las puertas del Sagrado Corazón de Jesús y la cruz de guía comenzó a adelantar lo que viviríamos después. Un cortejo numeroso, de cerca de un par de centenar de hermanos, portaba los cirios que a la noche servirían para alumbrar, junto a los acólitos, el caminar del Señor.

El sábado veraniego pasó a ser primaveral y Nuestro Padre Jesús de las Penas volvió a hacer temblar la tierra. Sonó Tres Caídas en las cornetas del Nazareno y Huelva saldó su deuda con la cofradía y con la historia.

Con el Señor ya en la calle, la ciudad se volcó y acompañó a la hermandad en todo momento. Regalándonos estampas únicas como por la plaza de San Pedro, la calle de Nuestra Señora de la Esperanza o en el propio convento de las Hermanitas de la Cruz; sin contar con la emoción de su regreso a la parroquia de la Milagrosa.

Desde ahí hasta su regreso al Polvorín, Huelva vibró en comunión con la hermandad en un reguero continuo de emoción y de devoción.

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