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Un estudio impulsado por la Universidad Internacional de Andalucía analiza los retos en la producción de café, maíz y soja en América Latina. Este trabajo, enmarcado dentro del proyecto Observatorios UNIA de Medioambiente, subraya la oportunidad tecnológica y de I+D para reducir las huellas hídrica y de carbono, así como la reutilización de subproductos desde la perspectiva de la economía circular.

Laura Riesgo, profesora de la Universidad Pablo de Olavide e investigadora del Instituto de Estudios de Prospectiva Tecnológica (JRC-IPTS) de la Comisión Europea, es autora de este trabajo, titulado Análisis de sistemas agroalimentarios en Iberoamérica desde su contribución a la transición socioecológica.

Según el informe, donde se ponen de relieve las ventajas y retos que deben afrontarse al objeto de aumentar la sostenibilidad ambiental, se destaca en cuanto al café que es “necesario apoyar inversiones en las zonas cafeteras que permitan la adopción del despulpado del café sin agua y/o la construcción de infraestructuras que permitan tratar la carga orgánica del procesamiento del café de manera adecuada”.

En relación a la huella de carbono originada por el cultivo y procesamiento del café verde, se observa que, en promedio, “existe una tendencia más o menos estable en el tiempo, situándose alrededor de 1,25 kg de CO2 eq. por kg de café verde y año”. Respecto al uso alternativo de los subproductos del café “cabe señalar que, si bien suponen un aprovechamiento óptimo del recurso y sus residuos, su implementación dista mucho de ser generalizada entre los productores”.

Para la producción de la soja, el informe indica que existe la necesidad “en ciertos territorios de aplicar riegos suplementarios que, dados los escenarios de cambio climático, pueden comprometer la producción futura o incrementar el riesgo de estrés hídrico en la zona. El desarrollo de variedades resistentes a la sequía puede contribuir a solventar esta problemática”. “Los procesos de producción de aceites y biocombustibles son los que generan mayor contaminación hídrica, y por ello deben diseñarse y adoptarse procesos más respetuosos con el medio”. En cuanto a los subproductos, “se destinan a la alimentación animal, aprovechándose así de modo efectivo el producto”.

Por su parte, para el maíz, cultivado en todos los países iberoamericanos, aconseja “reducir la huella de carbono procedente del cambio de uso de la tierra. El cultivo de maíz se realiza como rotación con la soja, especialmente en Brasil. Si bien el aumento de la superficie cultivada de maíz no se percibe como la principal causa de la deforestación, como ocurre en el caso de la soja, cabe resaltar que la rotación soja-maíz claramente influye en el cambio de la explotación de la tierra. Los agricultores se sienten más atraídos por dicha rotación, al proporcionarles una mayor rentabilidad que por mantener zonas de pastoreo, favoreciendo así la expansión de ambos cultivos, y contribuyendo a una mayor huella de carbono. Limitar estas prácticas requerirá mejorar la normativa existente para preservar la expansión a zonas protegidas”.

Si bien, “los subproductos del maíz, se observa que la práctica totalidad de los residuos se utiliza para otros procesos productivos”, contribuyendo así a la economía circular.

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