El Lunes Santo se quedó anclado en los barrios de Huelva. La de ayer volvió a ser una jornada dura donde las cuatro cofradía intentaron llevar a sus titulares lo más cerca posible a sus hermanos y devotos. En la Hispanidad, Huelva ofrendó con claveles al Santo Cristo Cautivo que amanecía en un precioso altar con la Virgen de la Misericordia. En la Orden, sus hermanos y vecinos veían por última vez la actual configuración del misterio, con la nostalgia de no haberlo disfrutado en la calle. En el Polvorín, el Señor de las Penas recibía a Huelva en su misterio y la Virgen del Amor, bellísima, como si abriera la tarde en su palio. Por su parte, en el corazón más choquero, el Señor del Calvario se entronizó en su paso, también a la espera de una importante modificación para el próximo año y a sus pies, la hermosa Virgen del Rocío y Esperanza.
En cada uno de los templos se rezaron las estaciones de penitencia y se llevaron a cabo diferentes actos que buscaban consolar el ánimo de unos hermanos que acudían rotos hasta los templos para dejarse llevar por un Lunes Santo que nadie quiere volver a ver.









