Cuando terminó la concentración del 4 de marzo de 2022 en el Paseo de la Ría algunos pusieron cara de poker. Y no porque, tal vez, no se cumplieron las expectativas de asistencia (6.000 participantes según la organización y 2.600 según la Policía Nacional), sino porque en una provincia tan ninguneada por las Administraciones (de todo color político) lo que menos pegaba era una fiesta de cumpleaños en la que solo faltó al final la suelta de globos de colores con el ‘Que canten los niños’ de José Luis Perales de fondo.
Han pasado dos años, dos, y desde entonces lo de ‘Y Huelva cuándo’, aquella plataforma que lideró la Federación Onubense de Empresarios (FOE) junto a otras entidades públicas y privadas y que convocó la anteriormente mencionada concentración, parece haberse diluido en el tiempo.
Nadie sabe si aquella plataforma socioreivindicativa sigue en pie o si, como tantas cosas en Huelva, fue flor de un día.
La triste realidad es que seguimos sin infraestructuras y, lo que es aún peor, sin ganas ni imaginación para movilizar a una sociedad adormecida que, seamos realistas, poco parece importarles nuestro tercermundismo en cuanto a infraestructuras.
Y de poco o nada, visto lo visto, valen las cansinas y estériles declaraciones de nuestros políticos lanzándose la pelota unos a otros o la de otros ‘líderes’ de opinión lamentando, una y otra vez, lo obvio.
Esta provincia, que tan bien sabe hacer muchas cosas, debe tomar la iniciativa. Y con inteligencia y perseverancia reivindicar lo que por justicia se les ha negado históricamente. Eso sí, pidiendo a nuestros líderes que ya que carecen de capacidad para solucionar nuestros problemas, que den un paso al lado. Por lo menos, que no estorben.