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Huelva quedó desbordada de pasionismo. El Señor de Pasión se hizo presente en las calles de la Ciudad en pleno mes de septiembre, adelantando la primavera para celebrar su centenario. A las siete de la tarde, la torre de San Pedro repicaba sus campanas y un sol de justicia bañaba la fachada del legendario templo, donde en su interior el Señor daba los primeros pasos sobre un monte de flores extraordinario. Así, en torno a las 7 y cuarto, la historia se abría paso entre la muchedumbre para contemplar la mirada del señor en el porche.

El Señor ya formaba parte del pueblo. Comenzaba entonces una procesión apoteósica en cada instante, no había rincón en la ciudad que quedara ajeno a esta locura de ver al Señor en la calle. La Agrupación Musical de los Gitanos ponía sus sones a la primera parte de la procesión, sonaban lo más clásico de este estilo.

Tras recrearse en su entorno, con el incomparable marco que ofrece San Pedro, el Señor de dirigía al Paseo Santa Fe, un lugar que en este extraordinario año cumplía 125, de los cuales 100 ha vislumbrado a su devoción. Desde ahí, tomó rumbo a la parroquia de la Concepción comenzando entonces a regarse de estampas históricas la memoria, que tendrían su mayor alcance cuando el Señor se miraba de frente con la casa de todos los onubenses.

Aquí comenzaba la procesión popular, llegando hasta la Plaza Niña, lugar en el que más publico pudo congresarse. Quizás por ser la primera vez en la que el Señor de Pasión acudía a las puertas del cielo, en el convento de las hermanitas de la cruz, que conocieron la mirada que cautiva a una ciudad. Fue aquí, cuando la banda de Triana tomaba el relevo a los gitanos.

Con la elegancia que caracteriza a su andar, el Señor de dirigía a la Iglesia de la Esperanza, otro momento para guardar en la memoria, la elegancia y el gusto de ver pasos por el Gran Teatro o su llegada al convento de Madre de Gracia. Tomaba entonces rumbo hasta sus dominios, la calle la fuente volvió a ser un regalo para los sentidos y en Madre Ana se paró el tiempo.

La ciudad seguía acompañándolo en su llegada a la Plaza de San Pedro. Vuelta a su templo y el comienzo de una nueva centuria en la que seguir regalando su bendición a una Ciudad que gritó alto y claro que su devoción puede con todo y con todos. 100 años de pasión resumidos en 7 horas de una extraordinaria procesión que quedará marcada en nuestros corazones.

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